miércoles, enero 12, 2011

Días

Hoy amanecí con buena actitud. Quizás porqué domrí de más y llegué tarde, o simplemente porque hoy amaneció más nublado, con más frío y con más pinta de octubre que de enero. Y a mí me gustan mucho los días de octubre.

Hace un frío que pela. En mi lugar siento los dedos de los pies entumiéndose poco a poco, y a pesar de estar dentro y no fuera, a pesar de traer un abrigo además de un sweater, me muero de frío. Este frío, mi gripa intermitente y el olor a humedad me recuerdan los días de la primaria, en los que a veces no nos dejaban salir a recreo porque hacía demasiado frío. Aunque se empeñen en separar la educación de la protección, las escuelas siempre terminan haciendola un poco de padres, y si llovía o hacía mucho frío no había recreo "afuera".
Esos días la "cooperativa" se repartía los productos entre los salones, el olor a jitomate aguado de todos los sandwiches se hacía presente y el salón terminaba en un regadero de comida, agua y refresco que alargaba el recreo al menos 10min. muy apreciados en ese entonces. Y es que esas bancas siempre estuvieron mal hechas. Tenían una pendiente en vez de ser planas como una mesa normal y un cajón de "pupitre" que para abrirlo, debías levantar toda la cubierta. Eso en el frenesí de jugar "las trais" en un espacio cerrado de unos 40m2 provocaba cualquier cantidad de derramamiento de cosas. Sin contar las veces que dejabas algo encima de la banca, y poco a poco se iba resbalando hasta caerse sin que te dieras cuenta.

Eran buenos tiempos, diferentes a los buenos tiempos de la prepa cuando todo es nuevo y vives como Dare Devil. Los tiempos de la primaria eran tiempos en que a las 2:00 de la tarde eras libre y aún así la tarde no te era suficiente. Las vacaciones duraban tanto que llegabas a aburrirte y deseabas volver a la escuela para ver a tus comapñeros, pero de todos modos el primer día de clases no querías despertar y renegabas por tener que volver al sistema. Eran tiempos de regresar a tu casa con el olor a comida recién hecha, de canjear tareas por tiempo en la T.V. y calificaciones por premios o dinero. Eran tiempos de regalar cosas que habáis hecho en el taller de manualidades en vez de comprarlas, y de hacer coraje si tu madre o tu abuela no ponían el horrendo bote de basura con la foto de las flores mal pegada y el contorno de encaje, en uso. Eran en resumen buenos tiempos.

Y los tiempos de hoy son buenos también, sólo que diferentes. Incluso regresar a la primaria hoy día sería diferente y definitivamente no se parecería ni un poco a lo que nos tocó vivir. Hoy creo que lo único que cambiaría es que las cosas que de verdad no importan me importaran menos. Me gustaría vivir menos estresada por que se va a acabar el gas, o se me olvidó pagar la tarjeta a tiempo. Que no me importara si tengo el mismo abrigo de hace 10 años o compro uno nuevo cada año. Pero al final supongo que son cosas de la misma vida. Sin ambiciones, sin obligaciones, sin un sistema tal vz nos volveríamos locos, y todo sería muy aburrido sin algo que perseguir.

Eso sí, días como hoy no impiden que me acuerde de esos días y sienta un poquito más de felicidad. Y frío.