miércoles, mayo 30, 2012

Por alzada

Yo me guío por aquello que considero correcto, no por aquello que social, política, moral o generalmente es correcto, de modo que a veces pues me enemisto con la gente o en palabras llanas, la cago. Yo no soy diplomática, porque prefiero perderlo todo a tener que aguantarme, agacharme o estar de lamebotas con alguien que no lo merece sólo por conveniencia. Eso claro, me ha traído infinidad de problemas con la "autoridad" desde papás, maestros, gente extraña hasta los inminentes jefes. Hoy de eso se trata.

Básicamente le dije a una "superior" -me vas explicando por qué coño hiciste esta pendejada porque no puedo trabajar así- y al parecer fue como la invasión de Polonia en 1918 porque "se armó la gorda". Aún no se termina de aramar, pero ya me dijeron que estuvo mal, ya me reprendieron, ya me explicaron cómo funciona la cosa y en resumidas cuentas, no funciona como yo digo.

Me molesta porque la "jerarquitis" ya pasó de moda. Me refiero a que aquellas empresas que la aplican están seriamente atrasadas en Administración de Personal y R.R.H.H. pues eso de "por que lo digo yo que soy el jefe" o "tratalo bien porque es director" o "dale el avión y has lo que dice porque es "superior a ti" son prácticas que no llevan a ningún lado, son prácticas que se ha comprobado conllevan a perder talento en la organización.

Y todavía me dijeron: "es que ella es susceptible, se lo va a tomar a personal y puede afectar a tus proyectos". Y yo pensé "¡a chingá! ahora resulta que si hieres la susceptibilidad de un compañero este tiene todo el derecho de ponerte topes en el camino. Si a la empresa se viene a trabajar no hacer amigos. O es que me equivoco, porque es México y todo funciona con enchufes y lambisconería.

En fin, que no salió muy bien la cosa, porque al parecer un "superior" puede tomar una decisión arbitraria con respecto a tu trabajo  cuando algo no le parece y ni siquiera darte una explicación, pero si tu reclamas -no siendo superior- tal acción, y no la reclamas con la vista abajo y el sombrero arrugado entre las manos estás en el hoyo.

Veremos qué pasa, pero para mí que en esta guerra mundial estoy peleando contra Alemania así que no me preocuparé mucho. Dice el dicho: "Honor a quien honor merece". Creo que merezco el mismo respeto que cualquiera sin importar su jerarquía, como ellos merecen el mío, y me niego rotundamente a tratar bien a quien no lo hace conmigo sin importar un demonio su posición en la empresa o la vida. Ya veremos que responde, pero no a mí, que ya me dijeron que lo hará apenas con alguien de su "misma categoría" no con la insubordinada que se atrevió a desafiarla.

Y he puesto la palabra superior entre comillas porque en este mundo NADIE es superior a NADIE, si acaso a alguien le va mejor que a otro pero superior a otro jamás, que ya es hora te entender que TODOS somos iguales.

viernes, mayo 25, 2012

Acapulco Baby!

Por la tarde estaré partiendo al puerto de Acapulco y la razón que me lleva para allá trae consigo un escenario que no hubiera imaginado volver a ver. La escenografía, el reparto, aunque un poco cambiado no me deja más que pensar que es una especie de regreso al pasado. Mañana por la noche estaremos reunidos, pero en circunstancias diferentes los mismos que alguna vez pasamos un gran fin de semana en aquella bahía. Ahora faltan unos, 1 en realidad. Otros han llegado y hacen el viaje más entretenido y aventurero, otros incluso sobran pero de alguna manera hacen falta. Habrá reencuentros, pláticas y alguna foto captará un grupo de personajes que no hubiera pensado volver a retratarse junto frente al mar. Pero así será.

 

Las bodas traen consigo un rush de tal felicidad –cuando son de buena voluntad- que el cuerpo no lo soporta y tiene que llenar los hoyos que se abren en el vertedero de sonrisas con un poco de nostalgia. Las bodas te hacen pensar en otras personas, en ti, en tu futuro o en tu pasado, en tu presente que analizas una y otra vez repitiendo esa escena que estás viendo pero cambiando los protagonistas, las bodas te hacen pensar y sentir. Yo sólo espero que todos esos feelings volando como mariposas embriagadas por entre nuestras mesas no se mezclen de mala manera. Que vayan depositando buena vibra en cada comensal y terminemos en una fiesta de encanto mortal.

 

Comparto su felicidad. Me emociona el primer viaje familiar en el que participará Jess, me emociona ser madrina. Me preocupan un poco los estragos que pueda causar el alcohol en ciertas personas, pero más que nada estoy emocionada. Hace mucho que no me emocionaba. Creo que por fin estoy volviendo en mí o a mí.

 

 

jueves, mayo 24, 2012

Antes de partir...

La verdad le tengo miedo a un montón de cosas. Con mi nuevo trastorno de ansiedad he adquirido algunos nuevos miedos sin sentido, difíciles de manejar en una ciudad capital y sin embargo, ahí voy. Con todo esto me he dado cuenta de lo que realmente quiero y más allá de mi necesidad casi física de liberarme de los corporativos, cambiar mi imagen, recuperar el espíritu y alcanzar la verdadera libertad, dedicándome a lo que realmente me gusta sin necesidad de preocuparme por donde vivo, qué como y a dónde voy, he descubierto que el ego sigue reinando sobre mí. Entre las cosas artísticas y las altruistas no he logrado hacer nada trascendente y a pesar del miedo –también nuevo- a la muerte que jamás me había asaltado, lo que deseo profundamente es pasar a la historia. Suceda como suceda, después de mi deceso realmente quisiera aparecer en Wikipedia con mi biografía de músico atormentado.

 

“Sufría trastornos de ansiedad”, “Se deprimía constantemente porque sentía una alta presión de la sociedad para ser quien no era”, “No tenía adicciones más que a los libros”, “amaba su música y alguna vez dijo que un piano era mucho mejor calmante que un tafil”, “Creó la pieza magistral de… a pesar que en ninguna escuela de música querían admitirla por su edad”, “Fundó el Centro de Estudios y Entretenimiento para adultos mayores con el dinero que ganó en el Melate y cumplió su sueño de darle a las personas de la tercera edad una oportunidad de vivir con calidad y cumplir sus sueños sin importar sus años”. Decía: “Somos producto de lo que ellos construyeron para nosotros, trabajamos en las empresas que ellos crearon, comemos lo que alguna vez cultivaron y después enlatamos, vivimos porque existieron antes que nosotros, ¿y ahora los echamos al sillón de un asilo a ver el techo? No más.”

 

Nadie tenemos el futuro comprado pero sé que de verdad quiero pasar a la historia por haber hecho algo grandioso. No para mí, para el mundo.

 

miércoles, mayo 23, 2012

Vivir el presente

Últimamente, he estado leyendo mucho acerca de que hay que aprender a vivir en el presente. Dicen que mucha gente vive en el pasado, pensando que vivir en otra época hubiera sido mucho mejor, porque había menos presiones o las regala eran más holgadas, por la sociedad o hasta la comida. Otras porque se aferran a tiempos felices que no han podido reproducir, como una expareja inigualable, un ser querido irremplazable, un trabajo inmejorable, etc. Dicen también –los que lo estudian- que esto es una conducta de negación. Como no aceptan su presente, quieren vivir otra cosa que plantee un mejor panorama que el tiempo actual que no satisface sus necesidades o bien, gustos. En fin, que no aceptan lo que tienen y quisieran tener otra cosa, en este caso, lo que tenían o hubieran tenido en otro tiempo, según ellos.

 

El otro lado es vivir en el futuro. Muy común entre la gente se da que piensen en cómo mejorará su vida o su situación en un futuro cercano o lejano. Suelen decir cosas como: cuando yo sea rico… cuando mis hijos crezcan… cuando gane el PRD… cuando me jubile… etc. Viven negando o bien, haciendo a un lado tamabién el rpesente. Piensan que el futuro en determinadas circunstancias deberá ser mejor. Que no siempre serán pobres, o padres o empleados, y cuando eso suceda empearán a vivir un presente feliz. Antes no.

 

En ambos casos el problema radica en que el presente es lo único real que tenemos, de modo que vivir en el escenario del pasado o el futuro es en realidad perder el tiempo, ya que ni podemos regresar a otra época ni podemos vivir en un tiempo que aún no llega.

 

Entonces dice, UBICATE –película famosota en los 90 que me recuerda ciertas cosas. Vive el presente. Disfrútalo porque es lo único de lo que puedes tener certeza. Y sí, habría que concentrarse en eso. Como dijo el idiota del maestro de Yoga: “no podemos vivir en el futuro, que tal si ahora viene un terremoto horrible y nos quedamos aquí todos”. Acto seguido la poca relajación que habíamos adquirido se tradujo en caras botulínicas de sorpresa, desagravio y miedo. Ante tal consecuencia, repuso enseguida: “pero lo importante es que en este momento no está temblando y todo está bien. La mayoría de la clase no pudo reponerse y más allá de escuchar un “tiene razón” se escucharon los murmullos de: “este idiota”, “ojalá que no tiemble”, “ya me puso nervios@”.

 

Futurizar es una tendencia común. Yo creo que es porque así podemos tener mejor control de las cosas. Por ejemplo, no puedes hacer planes si no futurizas, tendríamos que vivir bajo el concepto de Dios proveerá. Sin embargo, sí es importante darle más peso a lo que está pasando en el presente. Es como si supiéramos que vamos a morir mañana, sería difícil concentrarse en otra cosa, pero lo mejor sería tener hoy el mejor día de nuestra vida, sin reloj ni preocupaciones. Sin que nos robe un solo minuto la tristeza o la desesperación de pensar, “mañana ya no voy a estar”. Pero claro, sería difícil. No estamos acostumbrados a tirar todo por la borda.

 

En fin que, hoy no me puedo concentrar porque me la he pasado pensando en el futuro. Pienso en el avión que tengo que tomar dentro de 4 meses y me alarmo un poco. Pienso en la hora de la comida, cómo nos organizaremos y si después de comer ya podré concentrarme mejor. Pienso en la boda del fin de semana, en cómo saldrá todo, en el viaje, en los horarios, en la logística y por supuesto antes de siquiera haber llegado, en el regreso. En la junta de hace unas horas me la pasé pensando en mi futuro hijo que aún no existe, y me imaginaba cómo era, me imaginaba dedicándole un libro que aún no he escrito y entonces me puse a pensar en el argumento del libro, en algunos párrafos, en el aniversario de lustro antes del hijo… y luego volví a la realidad. Cabe mencionar que hoy he estado un poco ansiosa, con un poco de kola loka en la garganta, y el único momento en que se me quitó esa pesadez fue cuando dejé de pensar en todo, tomé mi botella de agua y di unos sorbos. En esos 20 segundos estuve tranquila, relajada y sin preocupaciones, luego, al no tener nada en que entretenerme a pesar de la ponencia en curso, volvió el nudito, el libro, el hijo, el viaje y todo lo demás.

 

Sé que no es magia, ¿pero cuál será la mejor manera para quitarte el lastre de los tiempos ficticios? Si existe una recomendación, debería haber también alguna manera de llevarla a cabo.

 

Es como decirle a alguien: “Te aconsejo ahorrar”. Bueno, pero dime un buen método porque yo no sé ahorrar. Igual, habrían de decirte: “Te recomiendo que no futurizes, y puedes empezar a hacerlo así”.

 

Yo digo.

miércoles, mayo 16, 2012

Diles que no me maten

Descubrí en el doodle de Google la celebración a Juan Rulfo y eso me recordó muy buenos tiempos, por allá por la secundaria cuando nos dejaron leer El llano en llamas, y yo que ya lo había leído me dediqué a analizarlo, de modo que cuando lo discutimos en clase entendí muchas cosas de aquel libro que en la individualidad de mis 13 años no había comprendido, pero que Claudia Izquierdo me hizo comprender igual que lo haría más tarde con Aura.

 

Ahora Juan Rulfo siempre me saca una sonrisa porque recuerdo una buena época y sobre todo un buen libro. Ya sea Pedro Páramo o aquel libro de la secundaria, yo puedo leer cada uno, una y otra vez. Igual que El Túnel de Sábato, que ya hasta lo estoy deshojando de tanto traerlo por aquí y por allá.

 

Es muy interesante leer un libro varias veces, sobre todo si como yo, te da por resaltar pasajes o frases que en ese momento te gustan, te “brincan” o te hacen entender algo por lo que estás pasando. Eso sí, con lápiz, porque Claudia nos decía que los libros no se rayan. De modo que cuando lo vuelves a leer llegas a algún punto de aquellos subrayados y te acuerdas por lo que estabas pasando en ese momento. Yo a veces me río y a veces me acuerdo de cómo retomar el rumbo. Recuerdo por ejemplo en mi preciado El Túnel –que a todo esto lo heredé de mi hermano- que al leerlo por primera vez tenía subrayada una línea: “recuerdo como evitaba tener una relación con una chica por el simple temor de conocer a sus hermanas”. Me reí muchísimo porque en ese entonces mi hermano había terminado con una chica cuya hermana era mi mejor amiga. Originalmente él iba tras mi amiga, pero después de un pacto de no agresión con su mejor amigo éste se quedó con ella y mi hermano conoció a la hermana y se quedó con ella también. La relación de “los amigos” resultó buena y duradera, la de mi hermano fue un caos de un par de meses. Así que siempre que leo el libro y llego a esa frase subrayada pienso en lo que debió sentir mi hermano que lo llevó a mantener esa línea presente para no volverse a equivocar. Años después a mí me pasó lo mismo, y me reí durante 1 semana entera.

 

A veces los libros que ya has leído y resaltado te recuerdan un momento específico de la vida y vuelves a sentir lo que sentías, es como un tele transportador, a veces agradable y a veces no, pero no dejan de ser una guía, un recordatorio de por dónde deberías ir. Por eso es importante leer, no sólo por conocer una buena historia o una historia bien contada, no sólo por llenar el librero de Best Sellers o informarte, sino porque de alguna manera, los libros son desde un escape de la realidad hasta las piezas que te hacen poner los pies en la tierra. Cuando lees, conoces el punto de vista del escritor y de alguna manera se vuelve aquel tercero que te da consejos sin siquiera saberlo. Claro que, hay que saber escoger los libros.

 

Hoy en día me siento en la sala de espera de un consultorio y sostengo mi libro con la debida técnica, como me enseñó Claudia, me acuerdo siempre de sus clases y me río porque no me acuerdo de la clase de español, pero si de la parte literaria que llevaba consigo, de cómo surgió realmente el Frankenstein de Mary, de los secretos de Lord Byron, del final de Claroscuro y hasta de la nueva perspectiva de Romeo y Julieta que me llevó a leer a Shakespeare y escoger Macbeth como mi obra favorita. Y que hizo de la lectura mi mejor actividad y los libros mis mejores amigos.

 

Recordando este día a Juan Rulfo, me viene a la memoria aquella clase donde nos contó el porqué de sólo 2 libros siendo un autor tan afinado y si no estoy mal, cómo lo conoció por pura casualidad. Si me acuerdo de Rulfo, no me queda más que acordarme de esos maestros que más allá de las letras, te enseñan a vivir un poco. Así que felicidades a Juan por su cumpleaños, y un muy afectuoso saludo para Claudia.

 

viernes, mayo 11, 2012

Acontecimientos irregulares

Ayer mi hermano le llamó a mi mamá para felicitarla por el día de las madres. En otra familia esto hubiera sido lo normal (ya digo que la normalidad está sobrevaluada) pero para nosotros fue todo un acontecimiento. Hablaron unos minutos, él dijo feliz día, ella puso cara de sorpresa, mi papá dibujó una sonrisa nostálgica y orgullosa. Finalmente seguimos platicando por horas; yo observándolos, ellos manteniendo esa sonrisa que no se puede describir.

 

El fin de semana llevaré a mi mamá de compras como regalo de día de las madres, pero creo que ya recibió el mejor regalo que le podían dar. Y estamos todos tan contentos, porque la vida es así, sencillita y carismática.

 

Sin tapujos

Los viernes me pongo de buenas. Siempre tengo una actitud muy diferente al resto de la semana. Puede ser la influencia del fin de semana, saber que vienen un par de días de descanso. Puede ser que el viernes casual, venir en fachas o cómodamente sport me relaje, o tal vez sólo me sienta más libre de saber que e medio día y sé que se me pasa muy rápido. No sé, pero los viernes siempre cambio de actitud y me gusta. La gente puede ver por fin cómo soy en realidad, sin tanta seriedad y “tapujos”, sin tanto protocolo y monosílabos. No sé porque soy más odiosa el resto de la semana, pero es un hecho que los viernes, esto se baja al nivel mínimo.

 

También me pongo sentimental, me da por escribir en el muro de todos, por mandar correos, por conectar con amigos que no he visto hace años y dar consejos a los que no son ni amigos, es como si los viernes fuera más feliz y tengo la necesidad de compartir esa felicidad. Lo que sea, es bueno.

 

Entre otras cosas, este viernes en particular me siento mejor, creo que voy avanzando con eso de mi locura temporal y ya estoy recuperándome. Lo digo en el sentido estricto de la palabra, que ya estoy logrando recuperar quién soy, cómo era antes de todas estas crisis nerviosas que no me dejaban verle el lado positivo a nada. Empiezo a recuperar la emoción por las salidas, los viajes por ejemplo que en su momento me empezaron a causar terror. No estoy al 100% todavía, lo sé, pero creo que ya llegamos al 80% y eso me hace muy feliz.

 

Me da gusto porque si no recupero el positivismo pues me voy al hoyo. Siempre me ha gustado ser una persona optimista y haber estado varios meses con la sensación de que todo era una porquería y “cómo me pudo pasar esto a mí” ya me tenía cansada. Ojala esté en lo correcto, que no hablen las drogas que sigo tomando y que todo vaya hacia delante.

 

En estos meses también me he dado cuenta con toda la gente con la que cuento y francamente es más de la que hubiera imaginado. Eso también me da mucho gusto y por mi parte, planeo tener más contacto con esas personas que tenía olvidadas, pensando que tal vez mi vida y la suya no cuadraban mucho y era mejor cortar por lo sano, pero no, como dice mi Psych, tengo que empezar a darle oportunidad a la gente. Y eso haré, empezando por mí.

 

Estoy muy contenta ahora y sólo deseo mantenerme así, ir recuperando todo eso que se me fue de las manos, pero que a final de cuentas no perdí, sólo tengo que hallarlo y recuperarlo.

 

Sin nombres, sin menciones, sin placas honoríficas, ustedes saben quienes son, así que gracias a todos los que se han chutado esta etapa malsana y han seguido ahí, apoyando, ayudando, aguantando simplemente. Nunca había caído en cuenta lo importante que son la personas a tu alrededor, más allá de las reuniones, los eventos especiales, “las buenas”, pero en “las malas” me he dado cuenta que estoy casada con mucha gente que sin firmar un papel acepto estar en ambos escenarios y sólo puedo decir Gracias Totales.

 

Ahora sólo queda seguir mi plan de este viernes, la vida es demasiado corta para andarse con tapujos, así que hay que mandar todo a la chingada y quedarnos con lo que nos haga felices. Ya estuvo de quedarse con las ganas por quedar bien. La vida sin tapujos, como decía hace algunos años, no hay que echarle ganas, hay que echarle corazón y para hacer esto hay que ser transparentes, congruentes, auténticos, vaya, vivir sin tapujos, con la integridad que nos de la gana para ser feliz.

 

miércoles, mayo 02, 2012

Rarezas

Soy muy rara, ya me lo han dicho en repetidas ocasiones pero me doy cuenta que lo soy cuando yo misma sorprendo. Me molesta la gente que trabaja cuando yo no tengo ganas de trabajar. Me molesta su ir y venir, sus prisas, su afán en sostener este negocio pensando que no va sin ellos, cuando el negocio siempre va. Me molesta su hablar apurado y su sorpresa de verte tranquila, porque ellos no están tranquilos, ellos están de arriba para abajo y les resulta extraño quien no lo está. Me molestan sus interrupciones, su idea de que todos vivimos como están viviendo ellos. Me molesta su quedarse tarde cuando ellos sí que salen temprano, porque llegaron más temprano que todos, pero no acaban, ellos nunca acaban de trabajar, no terminan de tener prisa, no respiran, no se calman. No me afectan pero me molestan. Como las palomillas alrededor del foco, que no molestan mientras están ahí, pero que no puedes perder de vista por si deciden emprender el vuelo hacia tu cabeza. Yo no quiero que ellos, los de las prisas y la adicción a los deberes, se me metan en la cabeza. Yo no quiero jamás, ninguna vez, volverme así.